jueves, 18 de enero de 2024

"GENTE" DETENIDA POR INFORMAR A LA GENTE

Por Carlos Varela

 

Cuando detuvieron al director de la revista y a un redactor pensé en Fahrenheit 451 y me llené de indignación.

Esa indignación no está dirigida hacia el juez Cardinali, a quien respeto profundamente, sino a la Justicia de los jueces. A la discrecionalidad de detener a dos periodistas porque habían informado. ¿Qué se espera de un periodista, que calle?

Dice Piero Calamandrei que “el buen funcionamiento de la Justicia depende de los hombres y no de las leyes; y el óptimo sistema judicial es aquel en que los jueces y los abogados vinculados por su recíproca constancia, buscan la solución de sus dudas, más que en la pesada doctrina, en la viva y fresca humanidad. Y da el ejemplo de la balanza que sobre un platillo lleva dos gruesos volúmenes de folio y en el otro la gentileza de una rosa. Y en la balanza ha de pesar más la rosa.”

Infernal.

Pensar en que cada vez que tengamos que dar una noticia –buena o no- habrá que pasar por el despacho de un juez.

Y nos estará mirando muy atentamente a ver “qué le parece”. No me gusta que la Justicia dependa de lo que “le parezca”. De lo que se le antoje. ¿Por qué no pudieron el director de GENTE y el redactor pasar la noche con sus familias como el señor juez lo hizo?

¿Complicó en algo la publicación de GENTE?

¿Hubiera estado Clutterbuck en su casa de no haber salido el artículo?

¿Hubiera estado mejor su familia de él?

¿La Justicia hubiera avanzado en su investigación?

Los jueces tienen también deberes.

Uno de esos deberes es no confundir ni confundirse.

Los secuestradores del empresario de Alpargatas no son hombres de GENTE. No son GENTE. No son.

Cultivan el miedo, el desarraigo y ponen en peligro la vida de un hombre de trabajo por medio millón de dólares.

Suerte para los secuestradores, saben lo que vale un hombre. O, al menos, cuánto quieren por él.

Pero el juez no puede detener a periodistas.

Tiene que tratar de desentrañar la verdad.

La verdad es la materia prima de los jueces.

Y la de los periodistas.

Pero la materia prima del juez no la tenía la revista.

Sólo los secuestradores saben dónde está.

Cuando el emperador Augusto otorgó, en los albores de la era cristiana, el ius publice ex autoritate Principis a los más notables juristas de la Roma Imperial, lo hizo en virtud de su reconocida calidad de iuris prudentis, es decir, de poseedores, en grado eminente, de una especial forma de conocimiento jurídico: el “prudencial”. Papiniano, Ulpiano, Gayo, Paulo y Modestino, destacaron entre los hombres de derecho romanos por su especialísimo sentido y aptitud para investigar cuál era la solución justa para cada uno de los casos concretos sobre los que se les consultaba.

Ese conocimiento acertado de lo que era derecho en cada situación singular –llamado iuris prudentia- dio posteriormente el nombre, por una derivación lingüística, a la ciencia del derecho, lo que no debe querer decir el derecho de los jueces por sobre el de los ciudadanos.

El juez Cardinali no se equivocó. Fue gran parte de la tradición del derecho en la Argentina lo que lo llevó a error.

La Justicia de los jueces no existe.

Se sobrepone a la otra, a la que reclama la “prudencia jurídica” o sea, la prudencia de los jueces.

El juez Cardinali –con inmenso respeto lo escribo- durmió con los suyos mientras los periodistas de GENTE no.

Declararon y salieron libres.

Tamaña mudanza de periodistas para dejar a Clutterbuck en donde está.

Ni él ni los suyos duermen desde hace semanas. Ni los periodistas de GENTE  ni los suyos. Ni otros periodistas que entrevimos Fahrenheit 451.

Por esos principios, aquellos incendios.

Pero los periodistas de GENTE están en la calle. Clutterbuck no.

GENTE detenida.

Por informar a la gente.

 

Revista GENTE 1216 – 10/11/1988